Edimburgo
Cuando te conocí
yo era un adolescente en su plenitud
que no sabía nada de la vida.
Tus calles fueron escenario de historias inolvidables.
Después de ti
vinieron esos momentos que te dejan en el suelo
y te hacen cambiar, madurar, aprender.
Quedaste como el recuerdo más alegre
antes de despedirme de la infancia.
Y ahora, en unos días,
vuelvo a ti recuperado, satisfecho de lo que soy
y con mis objetivos claros.
También más viejo, más cansado del mundo.
Quería decirte que me enorgullece que seas tú,
ciudad tan hermosa y amada,
el principio y final de este círculo.
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