Oporto
Oporto: calles sucias que dan a Duero,
noche húmeda y espesa de Vila Nova de Gaia,
ahora que soy vuestro y me arrastro
como un ser que fue derrotado por la vida,
oigo vuestro lamento dulce y lo hago mío,
porque mío es y me recorre
como los barcos de madera las aguas opacas
que vienen a morir a vuestros brazos frágiles.
Patria del que todo lo perdió
y se deja llevar por la muerte,
mi corazón os mira con aprecio
mientras se hunde en vuestro fango implacable.
Sólo el valiente lo pierde todo
y toma la senda del exilio
sin despedirse de aquellos que observan
una miseria que no les preocupa.
Pero es suya también,
y aunque la brisa de Oporto calle,
lo sabe y llora de nuevo sin que la vean
y no hay estrellas ya que alumbren las casas.
La noche atlántica se posa
en la ciudad dormida
y parece diluirla para siempre.
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