Flamenco
Ahonda
hasta que no recuerdes cómo has llegado
tan cerca de ti.
Húndete
en el denso mar de emociones
que baña tus vísceras.
Haz de tu herida
un haz de luz que impulsa
tu voz rabiosa y salvaje.
Agítala, que vibre loca,
que atraviese pulmones, garganta y dentadura
en una llamarada incontenible.
Que surja como un vómito
amargo y caliente que rompe la calma,
al tiempo que muestras tus ojos irritados
y frunces el ceño como vientre en un parto
cegado de espasmos y esfuerzo doloroso.
No hay llanto
que provoque mejor sonrisa.
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