Soliloquio del borracho
Mi patria, mi catedral,
fueron la mujer que perdí.
Después de tantos labios
ya no recuerdo los suyos.
Su ausencia la ha hecho ubicua.
Desterrado y con un templo
erigido a un dios fantasma,
alcé la vista
y ahí estaba el escocés.
0 comentarios