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marcosespanolsicart

La chispa adecuada

"Tengo que comprarme los zapatos y me van a cerrar", pensó, pero unos viejos acordes en la radio captaron su atención y le retenían.

"Las palabras fueron avispas y las calles como dunas, cuando aún te espero llegar", se arrancaba Bunbury, y su voz venía de muy lejos, y de tan cerca al mismo tiempo, como si siempre hubiera estado ahí, arrullándole. Era la canción 'La chispa adecuada' de Héroes del Silencio.

"Mira por donde -se dijo-, ahora vienes tú otra vez, hoy que parece que salgo adelante, que he aprendido, que siento que empiezo a hacer las cosas bien". No le hablaba al cantante, sino a lo que el cantante cantaba. A lo que él creía que cantaba el cantante, ya que los Héroes siempre sonaron a lo que cada uno quería que sonaran.

Continuó diciéndose: "Tengo que irme, no queda mucho tiempo y fíjate en estas deportivas, tan gastadas, tan mordidas de asfalto que llaman la atención. Sólo un segundo, hasta el estribillo, hasta cuando dice eso de que no sabe distinguir entre besos y raíces".

Él no supo distinguir, por eso le reconfortaba que alguien lo dijera y de este modo no sentirse un imbécil. A la vez, el estribillo era una nueva oportunidad de cantar esas palabras y, al cantarlas, llorarlas, en un llanto amargo que congelaba el mundo. "No supe hacerlo -lamentó-, ella era tan hermosa... Tenía los ojos grandes y, a la vez, rasgados, como venidos de oriente. Miraba tan de verdad. Me quiso tanto que yo no podía entenderlo. Se consumió por quererme. Me miraba, con esos ojos preciosos y tan grandes, y era tan verdad... Tan verdad como nada de lo que he visto después".

Él sabe lo que le gustaría decirle. Sabe que le diría: "Mírame ahora, entonces no supe, me equivoqué porque no entendía nada del mundo. Ahora empiezo a entenderlo y es amargo. Pero mírame ahora. He aprendido a ser paciente y honrado, comprensivo y, a la vez, fuerte y convencido de lo que tengo que hacer. Mírame ahora, que me siento agradecido a aquellos, tan pocos pero tan importantes, que me han ayudado y me ayudan en días como hoy, porque me entienden. Por eso voy a por los zapatos, porque las zapatillas están gastadas de tanto deambular desde que te fuiste. Ahora ya no deambulo, ando con seguridad, con sencillez pero con gracia, siempre con gracia, y siempre con dignidad".

No sabe cuándo acabó la canción ni si había acabado, pero se ató una vez más las zapatillas y salió por la puerta camino de El Corte Inglés, que cerraba a las diez, a por unos zapatos que le permitieran andar, tal vez con alguien algún día, el camino que se abría frente a él.

 

1 comentario

Eduardo -

Y ahora estás en mi lista de promesas a olvidar.